Y si, hay más, esta otra foto que mostramos a continuación nos da la perspectiva adecuada para comparar "los tamaños" de los objetos.
En fin, esperemos que las cortinas de su casa no se hayan resentido :)
Existe un fenómeno, denominado "visión ciega", por el que, la persona aquejada, niega completamente que vea nada, aunque en realidad le llega la información visual. Hay que insistirle para que finalmente señale (y lo hace correctamente) dónde se encuentran las cosas, pese a que continuará afirmando que no las ve.
Debo estar aquejado, porque aunque soy capaz de señalar las causas, no entiendo nada: ¿por qué no se puede regular el consumo de alcohol y de vino (a lo mejor es que no tiene alcohol) y su influencia en los menores de edad??
Pues parece que no se puede regular la materia, así que la noticia es: no podéis salir al campo (por la salud del mismo) pero podéis quedaros a beber (algo barato, eso sí, y de mala calidad) hasta que alcancéis la mayoría de edad y podáis gastaros más... por la salud del campo y sus "usufructuarios" también.
La estimulación eléctrica en laboratorio de una determinada parte del cerebro (núcleo accumbens) hace que las ratas se autoestimulen hasta la muerte porque ni comen ni beben, obsesionadas con apretar la palanca en su jaula que les procura esa estimulación eléctrica. Quizá estaría bien que alguien les desactivara la palanca hasta que tengan la mayoría de edad o algo parecido.
Mientras, visto lo visto, yo les recomendaría un rioja, crianza de 2002, Barón de Urzande, o Muriel, ambos tempranillos algo pastosos, pero que pegan poco; no están muy ricos pero se nota que estás bebiendo algo alcohólico y, a ese precio, al menos beberán menos y lo disfrutarán más. Si además usan copa grande, como debe ser, aún les llegará para consumir menos alcohol.
A no ser que recomendar una bebida alcohólica, aunque "provenga de la agricultura", a menores, sea una falta... aunque, ¿hemos quedado en que eso está bien, no?
Según contaba Oliver Sacks, neurólogo de Nueva York: un estudiante de medicina de 22 años soñó una noche que era un perro y que estaba en un mundo lleno de olores. Cuando despertó siguió en ese mundo: podía distinguir a sus amigos ¡por el olor!, y las calles, tiendas, etc.; todo lo que le rodeaba; y nada menos que en Nueva York.
Lo sorprendente es que esto ya tiene nombre (hiperosmia); no lo de soñar cosas raras (este tipo resulta que se puso hasta arriba de cocaína, polvo de ángel y, sobre todo, anfetaminas; no lo hagáis en casa) sino lo de la capacidad extraordinaria para oler; aunque parece ser que somos el resto los que, inconscientemente (hay que ver cuántas cosas hacemos inconscientemente!), dejamos de usar la capacidad para olfatear tanto como podríamos
Pues puede que quizá, por fin, hayamos hecho algo bien, porque, ¿de qué sirve ser como el de "El Perfume"? En general: ¿de qué sirve ser capaz de percibir tanto con los cinco y hasta con el sexto sentido? Salvo para presumir: movemos la copa, agitamos, un sorbo de nariz y adivinamos: ...mmmm ... a ver, aver... Sí, esto va a ser Vino de Toro, ... a ver el año... de 2003, de Bodegas Torreduero para ser exactos. Impresionante. Pero ¿y qué? ¿para qué?: encima no me gusta ; gaseosa con primperán.
Salvo que queramos ser lo que en otros ámbitos se conoce como un "nerd": técnicamente brillante pero socialmente inútil!
Podría pensarse que sé de lo que voy a hablar en cada momento. Como en este momento. Que está todo planificado. En cambio, para los "libetistas", si se confirma, resulta que somos conscientes de lo que vamos a hacer casi un segundo después de que la orden de hacerlo parta del cerebro. ¿No tenemos muchas veces la sensación de que hacemos las cosas sin darnos cuenta? ;-))
Puede que nosotros, nuestros sentidos, sólo sirvan de retroalimentación; por eso ocurren cosas tan curiosas como en el experimento de la bañera: el investigador John Lilly fabricó una especie de bañera con agua a temperatura corporal, en la que, sumergido en la oscuridad, con dispositivos para evitar el contacto en brazos y piernas, al cabo de un cierto tiempo, provocaba alucinaciones. Parecidos síntomas se han contado en situaciones físicas extremas; por esfuerzo físico o mental, en montañeros, marineros, ...y hasta "enduristas", aunque ya no se acuerden ... (:-)) en situación de aislamiento: tienen alucinaciones, se altera extraordinariamente su estado de percepción.
Al parecer, de nuestros movimientos, se manda una copia al sistema motor y otra a alguna parte del cerebro (qué "funcionarializados" estamos!), que compara la orden original con el resultado del movimiento efectivamente realizado (podían tomar nota los del "dakar"!!) y así corregir en consecuencia. Además, basta con que imaginemos o veamos una acción para que se pongan en marcha parecidos mecanismos en el cerebro que si lo hiciéramos realmente.
Quizá por eso, si no devolvemos ninguna señal de vuelta, nuestro estado de percepción se vuelva completamente loco. Podríamos llevar al límite la idea del Día Mundial Sin Prisa. Podríamos declarar hoy Día Internacional de No Sentir Nada: por ejemplo, propongo mojar unas soletillas en aromático café natural arábica con ron de caña, añadirle una cremosa masa batida de queso mascarpone, yema cruda de huevo, clara a punto de nieve y nata batida y espolvorearlo con negro cacao 101% natural; nos comeremos un tazón hasta arriba, eso sí, despacio, e intentaremos que nuestro organismo ni se entere. ¡A ver si hay!
Porque llevamos mucho tiempo sin hablar de vino.
Igual que ocurre "ahí fuera", el vino, en este guiso, es sólo un acompañamiento. Que nos hace pensar, que nos coloca un poco, pero que sólo "ingerimos" de vez en cuando, en pocas dosis. Si no nadie leería esto.
Tal y como está la discusión contra/pro vino, y tras ardúas investigaciones he llegado a la verdad: el vino tiene alcohol; el vino tiene menos alcohol que los licores y otras "bebidas". Todo lo que no sea eso, seguro que no es verdad.
Por tanto, coloca menos que otras cosas; por tanto, coloca. Como les pasa a los renos de Siberia cuando ingieren Amanita muscaria; o a las cabras que toman bayas de la planta del café para excitarse, o "khat", con propiedades euforizantes; los petirrojos comen frutos de acebo que les embriagan; los koalas, hojas de eucalipto, que tienen efecto narcótico y relajante; los jabalíes, puercoespines o gorilas del Congo escarban para encontrar las raíces alucinógenas de la "iboga". Incluso algunos resultan perjudicados, como algunos elefantes de África que toman frutos que fermentan rápidos y producen un ¡¡7% de alcohol!! que los puede convertir en peligrosos.
Es sólo un acompañamiento. Porque nada te puede colocar más que un solomillo sobre tosta de pasas, eso sí, bien acompañado. Para eso me hice caso a mí mismo en lo de no acomodarme y por fin probé uno de maceración carbónica, Ágora 2005 de Valdepeñas; distinto, algo empalagoso, pero no por dulce; como las tartas de fresa sin nata, como los riquísimos physalis bañados en chocolate; otra forma de beber tempranillo; además, tiene poca pegada; quizá porque nada te deja mejor que un pequeño solomillo sobre tosta de pasas con champiñón dulce crujiente y crema de uvas.
Y cuando digo nada quiero decir, ... casi nada.
El mejor vino: el que más te guste, claro; claro que para eso te tiene que gustar, y para que te guste lo tienes que apreciar, como la música. Y para apreciarlo lo tienes que entender y para entenderlo te tienes que fijar en él, pensar en él.
Como para todo. Los taxistas londinenses parece ser que tienen más desarrollado el hipocampo, zona relacionada con las tareas espaciales, que el resto de sus paisanos. O sea, que las neuronas sí que evolucionan en la edad adulta, en contra de lo que se suponía.
Pero habrá que estimularlas un poquito. "El sistema nervioso central está especializado en captar cambios en el entorno, y no en estímulos fijos. Nuestros receptores se acomodan más o menos rápido y las células dejan de emitir impulsos. Es la razón por la que el ojo está constantemente moviéndose, entre 3 y 4 veces por segundo. Si se quedasen fijos, al cabo de cierto tiempo no veríamos nada."
Fuera de la zona "central" de la retina (fóvea) la resolución que tenemos es muy baja, con lo que dejamos de apreciar muchos detalles.
Paradójicamente, a los niños hiperactivos se les trata con psicoestimulantes, como las anfetaminas (!), que los calman; no porque estén sedados (si no, habría que dejar de llamarles "psicoestimulantes"), sino porque están más concentrados.
Al final, igual resulta que basta con dedicar un poquito de atención para ganar unos puntos extra; unas neuronas de más, que siempre está bien tener reservas.
Nunca elegimos nada que no sea lo que más nos gusta... Bueno, menos en las Rebajas, prueba irrefutable (v. los experimentos de Benjamín Libet) de que para cuando nosotros somos conscientes, el impulso cerebral ya se ha producido (!).
Suponemos que la mejor música, por ejemplo, es la que más nos gusta, ¿o no? Hay teorías, fundadas, que nos otorgan una capacidad musical innata (concretamente en el lado derecho del cerebro), vamos, desde que nacemos (pese a que el casting de Operación Triunfo parece querer desmentirlo). O sea, que ¿ya tenemos desde pequeños "marcada" en el cerebro nuestra "musicalidad"? ¿Entonces nuestros gustos musicales irían también en función de eso que "tenemos"?
Probablemente todo viene de atrás, de algunas generaciones atrás, pero hoy en día, aún no está claro su origen (precursora del lenguaje, evolución del mismo, ..., para el cuidado materno, para el cortejo de apareamiento, domesticar animales, coordinación social, ...).
Más aunque es cierto que nacemos con determinadas adaptaciones musicales (oído absoluto) y que una sonata en Re mayor puede influir en nuestra habilidad espacial (efecto Mozart), no es menos cierto que poniendo "un poco de atención" podemos llegar a desarrollar ¿nuestras? propias habilidades.
O eso espero. Confío en que sea cierto lo que dicen, que los pianistas desarrollan una mayor representación de los músculos de la mano en el cerebro. Y mejor: en peces africanos, la región cerebral que regula el apareamiento crece en el macho dominante (aunque decrece cuando deja de serlo).
Va a ser todo cuestión de practicar. Lo intentaremos en la III parte.
Hay de todo para todos los gustos; como los colores, como la música. Y, ¿por qué nos gusta una más que otra?
Si se demostrara lo que dice Benjamin Libet, el cerebro se "pone en marcha" antes de que "decidamos" hacer algo (ya estamos otra vez; a ver si va a ser verdad lo de matrix...!) por lo que pudiera ser que "queremos lo que hacemos y no que hacemos lo que queremos". ¿Será igual con los gustos? ¿será que nos gusta la música que oímos (por veteasaber qué extraños otros motivos) en vez de oir la música que nos gusta?
O no: porque también es cierto que "oímos lo que queremos" (entonces, no queremos lo que oímos, ¿no?). Y está demostrado: nuestra percepción varía en función de las expectativas (si tenemos hambre veremos todos los letreros de "restaurante"). Pero, ¿por qué queremos lo que oímos? ¿o por qué nos gusta ese tío o tía, o el atardecer más que el amanecer?
Para complicarlo todo (o quizá para ayudarnos), otra cosa: nuestra percepción depende de la experiencia previa y de la comparación: es conocido lo de meter las manos en agua caliente (y fría) y luego templada; como cambia la cosa; y, ¿alguien sabe por qué vemos el sol o la luna más grande cuando está sobre el horizonte que en mitad del cielo? Porque la vista nos vuelve a engañar ¿o no?
Un experimento en el que mujeres (sería igual con hombres) tenían que elegir entre un montón de medias nailon. La cuestión es que eran todas iguales, pero todos (los sujetos) dieron explicaciones de por qué elegían las que eligieron en lugar de otras. Conclusión: una parte del cerebro (¿izquierda?) justifica la elección que ha hecho la otra parte (¿derecha?) sin saber muy bien por qué (!)
O sea, que si hubiera conocido a esa persona en otro sitio o circunstancias, quizá no me hubiera atraído?... A estas alturas ya no sé qué ni quién me gusta... Veremos en la II parte.
La amígdala es una estructura importante en el sistema límbico. El sistema límbico es un grupo de estructuras responsable de las emociones y el comportamiento. Las emociones tienen mucha influencia en la memoria (por eso fijamos tan bien los eventos más intensos emocionalmente) y, quizá en la inteligencia. Pero no lo sabemos seguro.
Lo curioso es que dentro de estas estructuras emocionales, las que nos producen placer o gratificación son más que las que nos producen sensaciones desagradables. Supongo que esta es la razón por la que nos ocuparemos más de aquello que me gusta que de lo que no me gusta: un Campo de Borja, Borsao, cosecha 2003? (no recuerdo la cosecha supongo que por la falta de emoción), como si tuviera posos, sin gracia, displicente; ni tampoco un Somontano, Viña del vero, crianza 2002 Tempranillo y Cavernet Sauvignon, que tiene más delito: cómo se puede hacer un vino que no esté bueno con esas dos uvas, con demasiado alcohol, ...agua con limón.
Así que no los acompañamos con nada (ya pondremos algo para los pinchos); mejor entonces dejar el vino (un descanso) y dedicarnos a algo bastante mejor.
El café, comercialmente sólo por detrás del petróleo, increíble; no es como nosotros: de éste tenemos bastante más malo que bueno, así que rapidito: natural, arábico y de comercio justo; sólo me saldría de la variedad (arábico), no sea cierto lo del azúcar "torrefacta" y el cáncer; y porque nadie necesita nuestra limosna en cualquier oenegé de 3 al 4º; mejor que compráramos "surs" productos, no por nada, sino porque están impresionantes.
Como el cacao, adictivo, de áfrica, puro, sin harinas, ni azúcar, ni aditivos, ni trazas de nosecuántos frutos secos; sólo cacao; fuera del de comercio justo sólo se le acerca el mejor chocolate en tableta del mundo (y porque sabe igual que el cacao de CCJJ), un 75% de Trinidad que sólo he visto en lidl, al menos hasta que coma en Berlín. Si además es cierto que combina incluso con vino qué más pedirle!... ¿Un vinito de Sudáfrica?