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22 febrero 2007

Desenredando un poco

Según contaba Oliver Sacks, neurólogo de Nueva York: un estudiante de medicina de 22 años soñó una noche que era un perro y que estaba en un mundo lleno de olores. Cuando despertó siguió en ese mundo: podía distinguir a sus amigos ¡por el olor!, y las calles, tiendas, etc.; todo lo que le rodeaba; y nada menos que en Nueva York.

Lo sorprendente es que esto ya tiene nombre (hiperosmia); no lo de soñar cosas raras (este tipo resulta que se puso hasta arriba de cocaína, polvo de ángel y, sobre todo, anfetaminas; no lo hagáis en casa) sino lo de la capacidad extraordinaria para oler; aunque parece ser que somos el resto los que, inconscientemente (hay que ver cuántas cosas hacemos inconscientemente!), dejamos de usar la capacidad para olfatear tanto como podríamos

Pues puede que quizá, por fin, hayamos hecho algo bien, porque, ¿de qué sirve ser como el de "El Perfume"? En general: ¿de qué sirve ser capaz de percibir tanto con los cinco y hasta con el sexto sentido? Salvo para presumir: movemos la copa, agitamos, un sorbo de nariz y adivinamos: ...mmmm ... a ver, aver... Sí, esto va a ser Vino de Toro, ... a ver el año... de 2003, de Bodegas Torreduero para ser exactos. Impresionante. Pero ¿y qué? ¿para qué?: encima no me gusta ; gaseosa con primperán.

Salvo que queramos ser lo que en otros ámbitos se conoce como un "nerd": técnicamente brillante pero socialmente inútil!

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