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26 enero 2007

Seguimos tirando del hilo

Para empezar fuerte (aún soy "las patatas" de este guiso y hay que ocupar espacio): las dos cosas que más me han impactado en los últimos tiempos; y las dos me han creado adicción. Así que debería haber empezado así: "Hola, me llamo luis y soy adicto a la ternera argentina".

Según no pocas fuentes el secreto está en el corte. Parece que son unos maestros en el arte de despiezar la ternera (novillo, ...). Pero además, deben ser todos los argentinos(!!); doy fe, mi adicción da fe; tierna, sabrosa, exquisita; yo la suelo acompañar de un par de salsas. No dejéis de ir al restaurante argentino de la esquina!

La pregunta es: ¿cómo se puede arruinar un país que corta tan bien la carne? Seguro que algo habremos ayudado: siempre hemos echado una mano a nuestros hermanos, primos y demás familia cuando nos han necesitado. No me extraña que vengan a pedirnos cuentas; yo también lo haría.

Pero hoy la vamos a acompañar, a modo de fiesta de despedida, de un vino blanco (una y no más), eso sí, de aguja. "Pinord Reynal" , nota de cata: la alegría en botella y con burbujas; puro agua con prozac; puedes beberte media botella (cuando empiece con el tinto se acabaron estas alegrías, que una botella debe llegar para 4 "bebensales"), así que sólo una vez por trimestre. "Blanc Pescador" , nota de cata: parecido al anterior pero más vino, algo menos goloso, con más sabor. Sendos 3 euros. Consejo: nunca lo metas al congelador para ganar tiempo que se te va a olvidar sacarlo.

Mi otra adicción, provocada por un experimento neurológico, más inquietante que Matrix instalándonos windows xp, es nuestro querido cerebro. El asunto, resumido, era algo así:

Basándose en la ilusión óptica de que dos luces intermitentes se mueven (para entendernos, el borde de la "carpa" de los autos de choque) se proyectaban (a sujetos de experimentación, claro, no a ratones) luces de distinto color para comprobar si también daba esa sensación de movimiento. Lo alucinante es que efectivamente, la impresión que daba es que la luz cambiaba de color ¡¡a mitad del supuesto movimiento!! Y la (estremecedora) pregunta es: cómo sabe el cerebro antes de terminar el efecto óptico de qué color va a ser la luz resultante?? La respuesta (se me pone el vello de punta): porque igual que ocurre en el espectáculo del descanso de la "Super Bowl", el cerebro nos retransmite la realidad ... ¡¡¡en diferido!!! (de Franciso José Rubia, "¿Qué sabes de tu cerebro?")

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