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30 enero 2007

Tirando del hilo más

Vale, parece que el cerebro nos retiene información pero lo que no creo es que nos engañe. Por la cuenta que le tiene intenta averigüar con la mayor exactitud posible qué es lo que hay ahí fuera. Lo intentaremos también nosotros.

Yo me crié con una revista (ya desaparecida) en la que no dejaban de preguntarse cosas inquietantes: cuál es el metodo más rápido para vaciar una botella, o para enfriar el café (¿esperamos 2' y echamos leche o echamos leche y esperamos 2'?) o cómo medir la capacidad exacta de una botella con tan sólo agua y una regla (al parecer una prueba de ingreso en alguna ingeniería) así que empecé a preguntarme cosas extrañas desde pequeño.

Cuando te preguntas cosas raras descubres cosas curiosas; por ejemplo, qué información circula por el “bus de datos” de la piel al cerebro y cosas así, el tacto, el olfato, el gusto, .... Las soluciones a las preguntas en el próximo número, y el apasionante mundo de los sentidos también. En el próximo y en los siguientes. Empezaremos con el tacto, la acomodación y otro buen vino.

Pidiendo consejo a un amigo llegamos a dos conclusiones: no hace falta gastarse más de 5 euros en una botella (la de hoy está en 1,75 €, que además hay que ver lo fácil que uno se acomoda a gastarse poco) ni beber vino con todas las comidas (véase "salsa al limón") que si te habitúas deja de tener gracia, ni los vinos tienen que saber a madera, sino a uva (hasta el tacto es distinto) y 1 botella= 4 "raciones", porque el gusto se enrarece por el uso continuado.

Por eso me gustó tanto la que abrí ayer (cuando la termine contaré qué tal “final” tiene), Monte Bravo de 2005 , un chaval, navarro de Gurpegui, fresquísimo, creo que llenan las botellas en un caño de esos que hay en los montes de navarra, arriba, cuando ya has llegao hecho polvo; además pega muy muy suave, con lo que puedes seguir subiendo sin necesidad de moto, de esas que horadan los montes :-))))

Iba a comprar otra (con esa etiqueta sólo hay en el corte inglés) pero creo que es mejor variar. Si no, nos exponemos al fenómeno de acomodación, que es el responsable de, por ejemplo, (¿no os habéis fijado?) que no estemos constantemente sintiendo el tacto de la ropa, o de que tras unas horas, días, semanas, dejemos de oir el molesto zumbido que nos machaca durante toda la jornada laboral :-( o de que nunca encontremos las gafas, precisamente, por estar tan a la vista!

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